7.- En la Encrucijada de los Caminos (Parte 3)
Lutero había abrigado la confianza que los dirigentes del pueblo, tanto en la iglesia como en los colegios, se unirían a él de buen grado para colaborar en la obra de reforma, pero el aliento de esperanza se tornó en censura y condenación. Iluminar y reformar a la gente virtualmente minaría la autoridad de Roma, y detendría en el acto miles de corrientes que ahora fluían a la tesorería, lo que disminuiría enormemente la extravagancia y el lujo de los líderes papales.