Cuando Dios aún «no había hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo» (Proverbios 8:26) […] «allí estaba yo» (Proverbios 8:27).
«Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el Padre Eterno: uno en naturaleza, en carácter y en designios.» (El Conflicto de los Siglos, pág. 547.1). «Había sido uno con el Padre antes que los ángeles fueran creados» (Patriarcas y Profetas, pág. 16.3), así que Dios y su Hijo estaban ya en perfecta unidad desde el principio. «Las Escrituras indican con claridad la relación entre» ambos (El ministerio de curación, pág. 330, 1905)
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