Vienen tiempos peligrosos, tiempos en los que no se soportará a aquellos que vivan piadosamente en Cristo Jesús. Pablo, escribiendo al joven Timoteo le dijo: «Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.» (2 Timoteo 3:12)
¿Nos damos cuenta? Esos tiempos peligrosos que nos vienen no son para los que se valen de «vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley» (1 Timoteo 1:7), no son para los que dicen: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombte echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» (Mateo 7:23), no son para los «doctores de la ley» que ni entienden ni hablan lo que dicen, no son para los que oyen estas palabras y no las hacen.
La advertencia de Pablo a inminente persecución es para los que viven de forma piadosa en obediencia a Dios.
Apóyanos para seguir adelante con este ministerio:
La persecución que viene no la vamos a soportar ni a vencer con teología, no la vamos a vencer con palabrería ni citando las Escrituras, la persecución que viene la vamos a vencer con una vida.
Juan escribió: «Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos» (1 Juan 1:1)
Juan oyó, vio, contempló y experimentó, y sufrió persecución. Si solamente hubiera oído, visto y contemplado, no hubiera sido afligido ni perseguido, pero fue al experimentar, al «vivir piadosamente en Cristo Jesús», que padeció persecución.
Nos podemos preparar teológicamente y conceptulmente, podemos pasar días y horas leyendo la Palabra de Dios, pero si eso que leemos no produce una convicción en nosotros, sino se vuelve una vida, sino se vuelve carne y sangre, jamás padeceros persecución y jamás seremos contados entre aquellos redimidos que estarán con su Señor cara a cara.
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