19.- Una profecía significativa (Parte 1)
Un agricultor íntegro y de corazón recto, que había sido inducido a dudar de la autoridad divina de las Escrituras, fue el hombre especialmente elegido […]
Un agricultor íntegro y de corazón recto, que había sido inducido a dudar de la autoridad divina de las Escrituras, fue el hombre especialmente elegido […]
La historia de la iglesia empieza mucho antes de lo que se cree. En Génesis 3:15 se establece el inicio de la misma, cuando Dios le dijo a la Serpiente (Satanás):
«Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.» (Génesis 3:15)
En el s. XVI la Reforma, al presentar a las gentes la Biblia abierta, procuró entrar en todos los países de Europa. Algunas naciones le dieron la bienvenida. En otros países el papado tuvo éxito hasta cierto punto en cerrarle la entrada; y la luz del conocimiento de la Biblia con sus influencias ennoblecedoras, quedó excluida casi por completo.
El partido imperial estaba convencido de que los príncipes cristianos se aferrarían a las Santas Escrituras como a algo superior a las doctrinas y los requerimientos humanos; sabía que donde se aceptase ese principio, finalmente el papado sería derrotado. Pero se lisonjeó de que la causa del emperador y del Papa quedaba firme, y muy débil la de los reformadores.
Uno de los testimonios más nobles dados en favor de la Reforma fue la protesta presentada por los príncipes cristianos de Alemania, ante la dieta de Spira en el año 1529. El valor, la fe y la firmeza de esos hombres de Dios aseguraron para las edades futuras la libertad de pensamiento y la libertad de conciencia.
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