«En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro» (Hechos 12:1-3)
Lo curioso, interesante y triste de estos versículos, no es que el rey Herodes maltratara y matara al pueblo de Dios, sino que esto agradara a los judíos.
«Cuando el poder político actúa en contra del pueblo de Dios, la iglesia organizada se regocija y participa de lo mismo.»
La profesa iglesia de Dios, la profesa iglesia organizada, se regocijaba al ver que el verdadero pueblo de Dios era perseguido, pero esto no era algo nuevo, cuando «vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?» (Mateo 2:1,2), «el rey Herodes [abuelo del rey Herodes de Hechos 1] se turbó» (Mateo 2:3).
Lo curioso, interesante y triste de esto, no es que el rey Herodes se turbara, sino que «toda Jerusalén [se turbó] con él» (Mateo 2:3)
La profesa iglesia de Dios, la profesa iglesia organizada, el profeso pueblo de Dios, se turbó al oír que los magos de oriente venían a adorar al Mesías (Mateo 2:2).
Apóyanos para seguir adelante con este ministerio:
Cuando Pedro y Juan fueron llevados ante el concilio (Hechos 4), los gobernantes del pueblo y los ancianos de Israel los amenazaron para que no hablaran en el nombre de Jesús (Hechos 4:17, 21). Quien amenazaba no eran los romanos, quien se levantaba en contra del pueblo de Dios no eran los gentiles, ni tampoco eran los paganos, era el profeso pueblo de Dios, era la iglesia organizada.
«Los padecimientos, el vituperio, las amenazas, la persecución y la burla es solo para el pueblo de Dios«
¿Será que en este futuro cercano la iglesia organizada, la profesa iglesia, se turbará ante un pueblo fiel a los mandamientos de Dios? ¿Será que agradará a este profeso pueblo que el verdadero pueblo de Dios sea perseguido? ¿Será que amenazará al remanente de Dios?
Muchos dirán que es inverosimil que esto suceda, pero la historia nos dice que, cuando el poder político actúa en contra del pueblo de Dios, la iglesia organizada se regocija y participa de lo mismo. Y aun cuando el poder político no actúa, los dirigentes y ancianos se turban y amenazan ante la disidencia por despertar las conciencias y por traer la verdad al pueblo de Dios.
Los padecimientos, el vituperio, las amenazas, la persecución y la burla es solo para el pueblo de Dios que guarda sus mandamientos y tiene el testimonio de Jesucristo, pero sabemos, gracias a Dios, que será «por un poco de tiempo» que seremos «afligidos en diversas pruebas» (1 Pedro 1:6). Estos padecimientos vendrán por orden del poder civil en muchos casos, pero serán tristemente ejecutados por la propia iglesia organizada.
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