Los consejos del espíritu de profecía insisten repetidamente en los beneficios que ofrece la vida de campo. Las nubes anunciadoras de tormenta señalan cuán apropiada es la repetida exhortación a abandonar las ciudades. Todo adventista consciente se da cuenta de que las aglomeraciones, las tentaciones, y los crecientes conflictos laborales que se presentan en la vida de la ciudad, no ofrecen un ambiente saludable para las familias cristianas. (De la Ciudad al Campo, pág. 3)
“Se acerca el tiempo cuando las grandes ciudades serán visitadas por los juicios de Dios. Antes de mucho, esas ciudades serán sacudidas con violencia. Cualesquiera que sean las dimensiones y la solidez de los edificios, cualesquiera que sean las precauciones tomadas contra el incendio, si el dedo de Dios toca esas casas, en algunos minutos o algunas horas quedarán reducidas a escombros. (De la Ciudad al Campo, pág. 6)
“Las impías ciudades de nuestro mundo serán destruidas. Mediante las catástrofes que ocasionan actualmente la ruina de grandes edificios y de barrios enteros, Dios nos muestra lo que acontecerá en toda la tierra”. (Joyas de los Testimonios, Tomo 3, pág. 114 y 115)
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