«Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados. En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.» (Isaías 45:23-25)
Toda rodilla se doblará ante Jehová y reconocerá que Dios es santo, justo y bueno ante todo el universo. El plan de redención debe concluir perfectamente, no puede haber ninguna mancha que ignore la justicia de nuestro Padre revelada en su Hijo.
Hay un sector dentro del adventismo que dice que los habitantes de Sodoma y Gomorrá no resucitarán después del milenio, ya que ellos ya recibieron la paga del pecado y «fueron puestos por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno» (Judas 1:7). Ahora bien, ¿es válido este argumento? Pero nosotros nos preguntamos: Si los habitantes de Sodoma y Gomorra no van a resucitar al fin del conflicto, ¿cómo van a reconocer la soberanía de Dios?
Apóyanos para seguir adelante con este ministerio:
El gobierno de Dios fue manchado por nuestros pecados, y cada vez que hemos pecado hemos votado por Satanás, lo hemos vindicado y hemos declarado con nuestras vidas que su gobierno es mejor y más justo que el gobierno de Dios, ya que «el que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio» (1 Juan 3:8). En definitiva, hemos declarado que en la rebelión en el cielo el gobierno que Satanás proponía era mejor y más justo que el gobierno establecido por Dios y su santa ley.
Si decimos que los habitantes de Sodoma y Gomorra que murieron una vez no resucitarán jamás, estamos afirmando que nunca declararán la justicia de Dios, nunca reconocerán que Dios es el el Soberano del universo, y nunca aceptarán que merecen morir por causa de sus transgresiones.
El plan de Dios no es forzar a nadie, sin embargo, toda rodilla se doblará ante el Rey del Universo para declarar su justicia.
Pablo, en Romanos 14:11 y en Filipenses 2:10 cita al profeta Isaías, declarando que «en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesúcristo es el Señor, para Gloria de Dios Padre».
El plan de Dios es perfecto, y voluntariamente todo el universo, incluso los impíos, declararán que Dios es santo, justo y bueno, y aunque estos últimos tengan un carácter a imagen de su padre el diablo, reconocerán la soberanía de Dios. Si los ciudadanos de Sodoma y Gomorra no están presentes en ese momento de la historia, momento en el cual se pone fin a un conflicto de 7000 años en la tierra, entonces el plan de la redención no puede quedar completamente cerrado porque la historia del pecado tiene que terminar reconociendo la justicia del Padre y de su Hijo, su no idoneidad (la de los impíos, ángeles caídos y el propio Satanás) para estar ante la presencia de Dios, y el reconocimiento que merecen morir por la eternidad.
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