«La carne no fue nunca alimento; pero su uso es hoy día doblemente inconveniente, ya que el numero de casos de enfermedad aumenta cada vez en los animales. Los que comen carne y sus derivados no saben lo que ingieren. Muchas veces si hubieran visto los animales vivos y conocieran la calidad de la carne, la rechazarían con repugnancia. Continuamente sucede que la gente come carne llena de gérmenes de tuberculosis y cáncer. Así se propagan estas enfermedades y otras también graves». (Ministerio de Curación, pág. 214)
La carne de los animales, tal y como la conocemos hoy, no es el mismo tipo de carne que Dios permitió que su pueblo comiera al salir de Egipto (Levíticos 11). En ese tiempo Dios hizo una separación de animales limpios e inmundos, aunque ya cuando Jehová ordenó a Noé de que debían entrar los animales en el arca, ya existía esa separación (Génesis 7:2).
Debido a la industrialización (a partir del s. XIX), la enfermedad no sólo afecta a los hombres, sino que se extiende a todos los animales que habitan esta tierra, y por ende, su enfermedad, al comer esos animales, se vuelve nuestra enfermedad.
“Cuando se deja la carne hay que sustituirla con una variedad de cereales, nueces, legumbres, verduras y frutas que sean de agradables al paladar”. (Ministerio de Curación, pág. 244)
Dejar la carne no es fácil, ya no por la tendencia heredada y cultivada de ese hábito alimenticio, sino por el riesgo de no hacer bien la sustitución de los alimentos y sin sufrir ningún déficit. Una vez una persona deja de lado la carne suele hacerse esta pregunta: ¿Y ahora que como? En nuestra sección de recetas encontrarás varias recetas que te permitirán tener una dieta balanceada. También puedes ver nuestro video titulado «la dieta original».
La Biblia nos advierte contra dos males que contribuyen a que cavemos nuestra tumba antes de tiempo, la glotonería y la embriaguez:
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga sobre vosotros aquel día. Porque como lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de la tierra. Velad, pues en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán y de estar en pie delante del hijo del hombre”. ( Lucas 21:23-36)
A la vez se nos pide que nuestros cuerpos sean guardados para el día del Señor. Cristo, no solamente vino a salvar la mente del pecado, sino que vino también para guardar nuestro cuerpo, el cual, aun ser transformado en su segunda venida (1 Corintios 15:52), se nos demanda que lo guardemos de toda contaminación:
“Todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida del Señor Jesucristo”. (1 Tesalonicenses 5:23)
«¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?» (1 Corintios 6:19)
Así que «sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.» (1 Pedro 5:8) y no solamente trabaja para destruir nuestra mente, sino que quiere atentar también contra nuestros cuerpos.
“Prepárate para venir al encuentro con tu Dios”.
Dejar una contestacion