La verdad es que todos aquellos que somos padres no dudaríamos un instante en dar nuestra vida en lugar de la de nuestro hijo. Cualquier padre, antes de ver morir a su hijo, daría su vida para que este no tuviera que morir, sin embargo nos encontramos en las Escrituras que quien entrega su vida es el Hijo y no el Padre. ¿Por qué? ¿Por qué no se entregó el Padre por nosotros en lugar de dar a su Hijo? (Juan 3:16) La respuesta es sencilla, Dios el Padre no podía morir (1 Timoteo 1:17).
En 1 Timoteo 6:16 se nos dice que el Padre es el único que tiene inmortalidad, y por lo tanto le era imposible morir. Así que el único ser en todo el universo que podía dar su vida por la raza humana era su Hijo (Filipenses 2:7), en el cual habita toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9) porque el Padre así lo quiso (Colosenses 1:19). No había otro ser que pudiera hacer dicho sacrificio ya que la transgresión de la ley solo podía ser pagada por el autor de la misma, o sea, por Cristo (Juan 1:3).
Es así como el Padre dio a su Hijo el tener vida en sí mismo (Juan 5:26) para que pudiera deponer su vida y volverla a tomar (Juan 10:17), recibiendo este mandamiento de su Padre (Juan 10:18).
En 1 Corintios 8:6 se nos muestra que el Padre es la fuente de todo, incluso de su Hijo (1 Juan 5:1), el cual es el canal, el medio, por el cual todo fue hecho (Colosenses 1:16; Hebreos 1:2). Si la fuente, el Padre (1 Timoteo 6:17), hubiera muerto, el universo y todo lo que existe hubiera dejado de ser porque todo se sostiene por él (Romanos 11:36) a través de Cristo (Hebreos 1:3; 1 Corintios 11:3). Por lo tanto, solamente Jesús, el Hijo de Dios, quien es uno igual a Dios (Juan 5:18) en naturaleza, propósito y carácter (Juan 10:30) podía efectuar tal sacrificio (Romanos 5:8).
Recuerda que la mayoría no siempre tiene la razón.
Apóyanos para seguir adelante con este ministerio:
Suscríbete a nuestro canal de Youtube:
Dejar una contestacion