¿Quién nos creó?

¿Quién emprendió la obra de la creación?

Unos dicen que Dios creó al hombre; otros dicen que fueron el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: otros dicen que únicamente el Hijo participó en la obra de creación del hombre; y otros dicen que la obra de creación fue una obra conjunta del Padre y del Hijo.

Pero, ¿qué dice la Biblia? ¿Qué dice la Palabra Inspirada? ¿Qué muestra el Espíritu de Profecía?

Sabemos que la obra de la creación del hombre la emprendió Dios. Cuando Dios creó al hombre, la misma Biblia lo expresa de la siguiente manera:

«Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza» (Génesis 1:26). Si nos fijamos, el verbo «hagamos», implica una plurarildad de dos o más personas en la obra de la creación, asímismo como «a nuestra imagen» y «a nuestra semejanza», todos ellos muestran que en la obra de la creación hubo una pluralidad de personas trabajando en ella.

¿Pero podemos determinar quién fueron y/o cuántos fueron?

El Espíritu de Profecía nos arroja luz sobre ello:

«El Padre consultó con el Hijo con respecto a la ejecución inmediata de su propósito de crear al hombre para que habitara la tierra» (Historia de la Redención, pág. 19.2)

«Después de creada la tierra con todos sus animales el Padre y el Hijo llevaron adelante su propósito, ya concebido antes de la caída de Satanás, de crear al hombre a su propia imagen. Habían actuado mancomunadamente en la creación de la tierra y de todos los seres vivientes en ella. Ahora le dijo Dios a su Hijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen». (Testimonios Selectos, Tomo 2, pág. 21.2)

Si notamos, la sierva del Señor dice: «…le dijo Dios a su Hijo», por lo tanto ella se está refiriendo al Padre hablando con el Hijo, el Verbo, por el cual «todas las cosas son hechas» (Juan 1:3). A la vez ella destaca que la obra de la creación la iban a emprender el Padre y el Hijo, llevando «adelante su propósito».

Salomón, en Proverbios 8:27-30 escribió: «Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo

El salmista está hablando de una relación entre el Padre y el Hijo, y de forma indudable el pasaje hace referencia particularmente a Cristo, al Hijo, a quien se lo presenta de forma simbólica como la sabiduría. Ellen White escribió: «Y el Hijo de Dios, hablando de sí mismo, declara: «Jehová me poseía en el principio, […] cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo(Patriarcas y Profetas, pág. 12.2)

La propia Biblia dice del Hijo: «Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios(1 Corintios 1:24); «mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por sabiduría…» (1 Corintios 1:30).

Ella sigue arrojando luz al respecto y confirmando lo visto y hablado hasta ahora:

«El Padre y el Hijo emprendieron la grandiosa y admirable obra que habían proyectado: la creación del mundo(Historia de la Redención, pág. 20.1)

Una vez Adán y Eva fueron creados, dice la sierva del Señor que «la santa pareja unía sus voces a las de ellos [a los pájaros] en armoniosos cantos de amor, alabanza y adoración al Padre y a su Hijo amado, por las muestras de amor que la rodeaban. Reconocían el orden y la armonía de la creación que hablaban de un conocimiento y una sabiduría infinitos.» (Historia de la Redención 22.3)

«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. […] Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. […] Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.» (Juan 1:1, 2, 14)

«El soberano del universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo un compañero, un colaborador que podía apreciar sus designios, y que podía compartir su regocijo al brindar felicidad a los seres creados. “En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios”. (Patriarcas y Profetas, pág. 12.2)

El Hijo era el único ser en todo el universo que tenía derecho en apreciar y entrar en los designios del Padre, y este «informó a Satanás que sólo revelaría sus secretos designios a su Hijo.» (La Historia de la Redención, pág. 18.1)

«Ante los habitantes del cielo reunidos, el Rey declaró que ninguno, excepto Cristo, el Hijo unigénito de Dios, podía penetrar en la plenitud de sus designios y que a este le estaba encomendada la ejecución de los grandes propósitos de su voluntad.» (Patriarcas y Profetas, pág. 14.2)

Únicamente el Padre y el Hijo participaron de la obra de la creación.

En la creación de la tierra y del hombre, Dios el Padre obró a través de su Hijo, y del mismo modo «el Padre obró por medio de su Hijo en la creación de todos los seres celestiales.» (Patriarcas y Profetas, pág. 12.3)

«Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.» (Colosenses 1:16)

«El Hijo de Dios había ejecutado la voluntad del Padre en la creación de todas las huestes del cielo, y a él, así como a Dios, debían ellas tributar homenaje y lealtad. Cristo había de ejercer aún el poder divino en la creación de la tierra y sus habitantes.« (La Historia de la Redención, pág. 14.2)

«Pero el Hijo de Dios, que junto con el Padre había creado al hombre, podía ofrecer por éste una expiación que el Señor podía aceptar, mediante el don de su vida en sacrificio, para recibir sobre sí la ira de su Padre.» (Historia de la Redención, pág. 49.1)

James White, pionero adventista escribió:

«El Padre y el Hijo fueron uno en la creación del hombre y en su redención. Dijo el Padre al Hijo: «hagamos al hombre a nuestra imagen» (The Law and the Gospel, pág. 1 -1870-)

Ellen White confirma lo dicho por James White: «Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado después de su obra de creación«. (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 714.2)

«Y consejo de paz habrá entre ambos» (Zacarías 6:13)

Todo lo que vemos en el mar, en el cielo, en la tierra, es creación de Dios, es una creación mancomunada entre el Padre y el Hijo. En todo ello está la voluntad del Padre y la hechura del Hijo; el Padre ordenó y el Hijo llevó a cabo el propósito del Padre de crear todo, inclusive al hombre.

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