Cuando uno ve que los cines cierran y se suspenden las ligas de futbol más importantes de Europa y la gente dice «amén» a eso, es que realmente algo grave está sucediendo.
Con el coronavirus (COVID-19) hemos visto aplicadas varias medidas de «seguridad» que coartan libertades en detrimento del ya reconocido «bien común»; ante la crisis del miedo la población obedece porque el problema es «real» y nos afecta a todos, y por ende, «nos conviene que [los establecimientos cierren], y no que toda la nación perezca» (Alusión a Juan 11:50).
Los gobiernos han probado al mundo, y el mundo ha obedecido sin cuestionarse las cosas, sin realmente pensar si son necesarias todas estas medidas que se están practicando, ¿por que? por el miedo que se ha infundido a la sociedad a través de los medios de comunicación.
Supongo que si se nos informara que cada año mueren entre 650.000 y 1.000.000 de personas por la gripe común y cada muerte fuera anunciada por televisión como una campanada en nochevieja como se ha hecho con el COVID-19, seguramente viviríamos en una cuarentena permanente desde hace décadas, pero no es así.
Con el coronavirus han probado cuan manipulables somos, y la realidad es que somos muy manipulables, y eso implica que el mundo, aunque quizás no está completamente maduro como para recibir una Ley que obligue a los trabajadores, a las pequeñas y medianas empresas, a las grandes empresas y multinacionales, a los comités deportivos, etc., a guardar un día de reposo a la semana, se está viendo que si la tuerca se sigue apretando con más epidemias y crisis climáticas (entre otras cosas), la gente cederá y aceptará que se decrete una ley que obligue a toda la humanidad a reposar un día a la semana por el «bien común».
La realidad de todo esta epidemia que ha azotado a casi todos los paises del mundo, es que, según los gobiernos es necesario:
-Que haya una vacuna obligatoria del COVID-19.
-Que se baraje un replanteamiento para las medidas medioambientales, ya que debido al parón general a nivel mundial y al cese de miles y millones de vuelos nacionales e internacionales, las emisiones de CO2 (causantes, según dicen, del calentamiento global) han bajado drásticamente.
–Que el dinero en efectivo, transmisor de virus y enfermedades, desaparezca por completo y fomentar de este modo un sistema de pago como la targeta de débito/crédito, los móviles o microchips.
Lo que está claro es que la frase: «Los problemas mundiales demandan soluciones mundiales», es una realidad, y que para que haya progreso hacia un Gobierno Mundial comandado por una Autoridad Mundial, es necesario crear problemas, difundirlos a través de los medios de comunicación, y la gente lo aceptará por el «bien común».
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