Inmediatamente a continuación del tan conocido versículo que dice que Cristo, el Verbo, es Dios, leemos que «Todas las cosas fueron hechas por él. Y nada de cuanto existe fue hecho sin él» (Juan 1:3). Ningún comentario puede hacer esta declaración más clara de lo que ya es, por lo tanto pasamos a las palabras de Heb. 1:1-4: «Dios … en estos últimos días nos habló por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, por quien hizo todos los mundos. El Hijo es el resplandor de su gloria, la misma imagen de su ser real, el que sostiene todas las cosas con su poderosa Palabra. Después de efectuar la purificación de nuestros pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. El Hijo llegó a ser tanto más excelente que los ángeles, así como el Nombre que heredó es más sublime que el de ellos».
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