Por tus hechicerías…

«Por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones» (Apocalipsis 18:23)

La palabra «hechicerías» nos lleva a creer que el engaño de Babilonia es una serie de «hechizos» a través de la práctica del espiritismo, pero si vamos a la palabra original nos encontramos con unos datos interesantes.

La palabra original de «hechicerías» surge de la palabra griega G5331 «farmakeía» (medicación, magia), y a la vez, esta palabra nos lleva a la G5332 (fármakon) que significa «droga, poción mágica, farmacista, envenenador, mago, hechicero».

«Todas las naciones han sido engañadas. No habla de una nación, de dos, o de cuatro, sino de todas.»

Ahora que tenemos una descripción más amplia de la palabra, el texto podría rezar así:

«Por tus «magias» fueron engañadas todas las naciones».

«Por tus «medicaciones» fueron engañadas todas las naciones».

«Por tus «venenos» fueron engañadas todas las naciones».

Apóyanos para seguir adelante con este ministerio:

Por lo que se entiende del texto, hay algo que suministra Babilonia que nos hechiza, nos medica, nos envenena, y ese algo no es solo una cosa, sino muchas, que nos lleva a ser engañados.

La televisión, ¿tiene la capacidad de envenenar nuestra mente? ¿Y la música? Los videojuegos, ¿tienen la capacidad de hechizar nuestros sentidos? Los propios medicamentos, ¿tienen la capacidad de destruir a los hombres? La propia «alimentación» del supermercado, ¿no envenena nuestro cuerpo y nuestras mentes? ¿Y qué de la pornografía, el fútbol, el cine, las novelas? Obviamente aquí también hay lugar para el espiritismo común, la ouija, el yoga… ¿Y qué de las escuelas y de lo que se enseña en ellas? ¿Y la moda? ¿El consumismo?

La Biblia declara que debido a las hechicerías de Babilonia, todas las naciones han sido engañadas. No habla de una nación, de dos, o de cuatro, sino de TODAS.

Si estos y muchos más son los engaños de Babilonia, y la Escritura nos enseña a que debemos salir de ella (Apocalipsis 18:4), ¿hay fanatismo por nuestra parte o será que Dios nos está invitando a reformar nuestras vidas de una forma tan radical como jamás nos han contado?

«Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas» (Apocalipsis 18:4)

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