Cuando el mundo fue anegado en agua, Dios avisó, dio un tiempo definido para que la humanidad se arrepintiese:
«Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.» (Génesis 6:3)
Cuando las ciudades de Sodoma y Gomorra iban a ser destruídas, Dios avisó:
«Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo. Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba.» (Génesis 19:12-14)
Cuando la maldad de Nínive era en extremo, Dios envió un mensajero para dar un mensaje de arrepentimiento y de tiempo:
«Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.» (Jonás 3:4)
Cuando el pueblo de Dios estuvo en cautiverio en Egipto, Dios había prometido que sería liberado a los cuatrocientos años exactos:
«Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.» (Génesis 15:13-14)
Dios siempre ha avisado a su pueblo antes de llevar a cabo su propósito:
«Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.» (Amós 3:7)
¿Cambiará, Dios, su patrón en el evento más esperado de la historia de la humanidad?
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