Amplio como el mar

Nuestro conocimiento de las Escrituras, de la teología y de los escritos de Ellen White son amplios, muy amplios. Tenemos un conocimiento amplio como el mar, pero hay otra verdad que sigue a esta, y es que esa amplitud viene limitada con una profundidad de un milímetro. Y cuando hablamos de esa profundidad no estamos hablando de que necesitamos más teología, o conocer con más profundidad la etimología de las palabras o conocer su significado en el original; no, no hablamos de esto, sino de esto:

«Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.» (Mateo 26:69-74)

Apóyanos para seguir adelante con este ministerio:

Nos pasamos el día discutiendo en Facebook si el Espíritu Santo es la tercera persona de la Deidad o si no lo es, nos pasamos el día hablando de lo que hizo el Pr. Alejandro Bullón o David Gates, nos pasamos el día mirando lo que ha hecho el Papa o lo que ha dicho, entonces nos enredamos en largos debates donde repetimos una y otra, y otra, y otra vez lo mismo, y presentamos citas, y textos, y comentarios. Llevamos al altar de Facebook textos en el griego original, o esa cita poderosa de Ellen White que nos da la victoria en ese largo y duro combate de argumentos. Entonces vemos que no recibimos respuesta de nuestro contrincante. Lo hemos ganado (pensamos por dentro).

¿Y qué? ¿De que nos sirve enzarzarnos en interminables debates? Uno puede decir: «Así aprendo mucho de la Biblia». ¿Pero qué has aprendido de la vida? Y cuando hablo de vida me refiero a la Vida, en mayúscula, ¿cuánto de él hemos aprendido? Y no hablamos de teología o de vomitar versículos tras versículos, sino de ¿Me comporto como él? ¿Me sigo irritando? ¿Como algo indebido pero por una vez no pasa nada? ¿Todo lo que miro es agradable a sus ojos? ¿Lo haría sabiendo que sus ojos están puestos a nuestro lado y observan todo nuestro proceder? ¿Le doy honor y gloria en todo lo que hago?

«Aun nos falta mucho para entregarnos a Dios completamente»

Pedro negó a Jesús tres veces, pero nosotros lo hacemos constantemente, y sin embargo nos sentimos con el valor de defender su causa (o al menos eso creemos, cuando en verdad estamos defendiendo la nuestra), cuando lo único que él nos pregunta es: ¿me amas? Y entonces nosotros abrimos nuestro muro de Facebook y le enseñamos esos interminables debates y esos fantásticos estudios, pero entonces nos vuelve a preguntar: ¿me amas?

Entonces le citamos cuando empiezan los 2300 años y cuando culminan. Podemos hablar del 22 de octubre de 1844 y de la obra que empezó en el Lugar Santísimo, ¿pero esa obra ha empezado realmente en nuestra vida? Nos seguimos divorciando, seguimos con rencillas unos con otros, seguimos viviendo en ciudad y llevando a nuestros hijos a las escuelas, seguimos yendo al supermercado a comprar y nos seguimos compremetiendo a estudiar largas carreras universitarias. Al joven rico se le dijo:

«Anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.» (Marcos 10:21,22)

Aun nos falta mucho para entregarnos a Dios completamente.

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