Jesús vino a salvar a las personas del pecado; vino a destruirlo. El pecado nunca entrará en el cielo. Nuestra actitud hacia el pecado debe ser intransigente.
No puede haber duda en cuanto a hacerlo aceptable o disminuir su forma. Debe ser destruido. Y la única manera de erradicarlo consiste en recibir la plenitud de Jesucristo y su gracia en la vida.
⬇️ Comenta lo que piensas ⬇️
Dejar una contestacion