La Biblia declara abundantemente que solamente hay un Dios, el Padre (1 Corintios 8:6; Juan 17:3; 1 Juan 5:20; Romanos 16:27), y un Señor, Jesucristo (1 Corintios 8:6), el unigénito Hijo de Dios (Proverbios 30:4; Juan 3:16; Romanos 8:32).
Ambos, Padre e Hijo, tienen un mismo Espíritu (Romanos 8:9; Gálatas 4:6), el cual nos es dado como Consolador (Juan 14:16), siendo el propio Espíritu de Cristo el que viene a nosotros (1 Pedro 1:11) y no el de otro ser diferente. Así entendieron los discípulos (Juan 14:18, 21, 22, 23), y así el propio Jesús dijo (Apocalipsis 3:20) y declaró: «He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.» (Mateo 28:20)
Es por ello que la alabanza, la gloria y el poder, para siempre, son para el Padre y su Hijo (Apocalipsis 5:13; Apocalipsis 7:10), dando siempre gracias a nuestro Dios y Padre y a su único Hijo (2 Juan 1:3; 1 Juan 1:3).
Incluso, ya en la tierra nueva, únicamente estarán ambos, Padre e Hijo, para recibir adoración de los santos redimidos (Apocalipsis 21:22,23; Apocalipsis 22:1,3), los cuales tienen el nombre de ambos escritos en sus frentes (Apocalipsis 14:1)
Recuerda que la mayoría no siempre tiene la razón.
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