¿Quién nos separará del amor de Cristo?

Nada nos puede separar del amor de Cristo hacia nosotros. Algunos dicen que la frase «Dios ama al pecador, pero no al pecado» es antibíblica, pero no lo es. «Dios es amor» (1 Juan 4:8) y en cada acción, palabra y pensamiento suyo tiene su sello de amor, y no hay un segundo de su existencia en el cual deje de amarnos.

Su amor es incondicional y no depende de nosotros, de lo que hacemos o dejamos de hacer. En definitiva, no nos ama por lo que hacemos, sino por quien somos: su creación.

«Una sola cosa nos puede separar de él por la eternidad: el pecado»

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Uno de los versículos más conocidos que hablan de este amor de Dios hacia nosotros se encuentra en el libro de Juan:

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». (Juan 3:16)

Ahora bien, el hecho de que nos ame incondicionalmente a todos no implica que todos seamos salvos de forma incondicional, en otras palabras, el amor de Dios que justifica a los pecadores no se extiende a todos, sólo a los que tienen fe en Jesucristo (Romanos 5:1), a la vez, el amor de Dios que lleva a las personas a la intimidad consigo mismo no se extiende a todos, sino sólo a aquellos que aman al Hijo de Dios (Juan 14:21).

Nada ni nadie nos puede separar del amor de Cristo, ya que «ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:39) pero una sola cosa nos puede separar de él por la eternidad: el pecado.

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