El centurión, la fe y los ángeles de Dios

«Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará» (Mateo 8:7,8)

Jesús estaba dispuesto a ir a casa del centurión a sanar a su siervo, pero el centurión reconoció su indignidad, su pobreza espiritual, y que no merecía el favor del Cielo, sin embargo se aferró al trono de la gracia para aceptar por fe, que aun no ser digno de ello, hay un Dios amoroso en el Cielo y un Salvador compasivo dispuestos a conceder aquello que se pida con fe. Y no sólo eso, sino que confió en que Cristo tenía suficiente poder como para sanar por su palabra sin necesidad de ir a donde su siervo.

«No soy digno de que entres bajo mi techo, di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.» (Mateo 8:8,9)

Jesús, se maravilló por la fe de ese hombre, que siendo gentil, pagano y soldado romano, y «que ni aun en Israel he hallado tanta fe», dijo Cristo. A la vez, el centurión romano declaro que «también yo soy hombre bajo autoridad».

«Cristo está dispuesto a enviar sus ángeles para que nos acompañen y nos traigan toda bendicion del cielo»

El centurión llegó a comprender, por lo que había oído, que Jesús representaba la autoridad y el poder del cielo, así como él, un oficial del ejército, representaba el poder y la autoridad de Roma. Y siguió: «Tengo bajo mis órdenes soldados», los cuales obedecen mis órdenes.

Apóyanos para seguir adelante con este ministerio:

Así como Roma había investido a ese centurión para comandar a tropas romanas, «[el Hijo de Dios] había sido investido [por su Padre] de la autoridad de comandar las huestes angélicas.» (La Historia de la Redención, 13.2)

El centurión sabía que Cristo, solamente diciendo: «Ve, y va; y al otro: Ven, y viene», sus ángeles obedecerían su orden y por la palabra Dios enviaría uno o más ángeles para obrar su voluntad por la fe de Jesús.

«Los ángeles de Dios arrojan rayos de luz para disipar las tinieblas del error y abren las mentes y los corazones«

Cuando pedimos a Dios su protección, cuando pedimos a Dios que nos traiga su Espiritu, su presencia, la atmósfera del cielo; cuando pedimos a Dios que actúe sobre nuestras mentes y sobre nuestros corazones, cuando pedimos a Dios por alguna dolencia o mal, Cristo está dispuesto a enviar sus ángeles para que nos acompañen y nos traigan toda bendicion del cielo.

«Esos ángeles de luz crean una atmósfera celestial en derredor del alma, elevándonos hacia lo invisible y eterno.» (Hechos de los Apóstoles, 123.5). A la vez, «los ángeles de Dios arrojan rayos de luz para disipar las tinieblas del error y abren las mentes y los corazones de todos, para que reciban la verdad.» (El Conflicto de los Siglos, 160.2). También, «los seres celestiales cooperan con los agentes humanos para grabar la verdad en los corazones(Testimonios para la Iglesia, Tomo 6, 699.1). También se sabe que «nuestro ángel custodio estará a nuestro lado, para inducirnos a seguir una conducta mejor, escoger las palabras que hemos de pronunciar, y para influir en nuestras acciones(La Oración, 17.1), y finalmente, entre muchas orras cosas, «los ángeles del Señor asisten a los hombres que buscan luz, y le atraen al Salvador.» (Hechos de los Apostoles, 88.4)

Ellen White en el Deseado de Todas las Gentes confirma lo escrito aquí:

«Como represento el poder de Roma y mis soldados reconocen mi autoridad como suprema, así tú representas el poder del Dios infinito y todas las cosas creadas obedecen tu palabra. Puedes ordenar a la enfermedad que se aleje, y te obedecerá. Puedes llamar a tus mensajeros celestiales, y ellos impartirán virtud sanadora. Pronuncia tan sólo la palabra, y mi siervo sanará.» (El Deseado de Todas las Gentes, 282.4)

¡Que alegría saber que contamos con un ejército invisible de ángeles que nos guardan, nos influyen, nos protegen y nos instan a vivir una vida santa!

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